Blog en construcción. Cada día más y mejor!



Un blog para mujeres de carne y hueso, un espacio para pensar, un lugar para el encuentro con la verdadera historia.

"PORQUE TODO COMIENZA CUANDO DOS MUJERES SE JUNTAN Y EMPIEZAN A HABLAR"

Con la MIRADA también SE ACOSA. Carta de una lectora


Hace unos días estaba con unos amigos en un bar.

Mientras dos de ellos pedían en la barra, un tío de la mesa de al lado clavaba sus ojos en mí. Y digo clavaba por el dolor que me causó esa mirada.
Me miraba como apretando sus ojos, mientras me sonreía con su media sonrisa.
- ¿Qué pasa? - le dije en un tonto normal.
Mi cara se convertía en asombro...
- ¿Que qué pasa?! - le repetí un poco más alto.
Él seguía mirándome, con esa sonrisa molesta y al parecer con tapones de cera en las orejas.
- ¿Qué? - por fin contestó.
- Pues que qué pasa, como no dejas de mirarme, algo te tendrá que pasar.
Se giró y dejo de mirarme, pero no por mucho tiempo.
Antes de que pasaran cinco míseros minutos volvió a clavarme sus ojos.
Y es que a veces, aunque una no quiera, tiene que devolver la mirada, porque hay miradas hechas para molestar, penetrar e invadir la intimidad de alguien y esta era una de ellas.
A veces aunque ni siquiera estés mirando…sabes que sus ojos siguen ahí MOLESTANDO.
Y a veces no tenemos que aguantar todas las miradas del mundo (Menos aún si molestan)
- Pues nada ¡Tú sigue mirándome!- mi tono se iba enfadando.
- Pero chica a ver si ahora no voy a poder mirarte.
- No, no quiero que me mires.
- Métete en una vitrina tintada para que nadie te mire.
- Que no me mires, me estás molestando.
- No seas creída, a lo mejor estoy mirando la pared que está detrás de ti, creída que eres una creída.
- No soy creída simplemente no quiero que me mires.
- ¡A ver si ahora tiene que ir todo el mundo con la cabeza hacia abajo para no mirarte!
Llena de rabia giré la cabeza y me tragué mis insultos. Dejé de gritar y él, aunque también... seguía mirando. No sé cuantas más palabras siguieron y no recuerdo si hubo insultos, gracias a la música del bar no escuchaba bien su voz, pero gracias también a mi rabia, ahora eran mis orejas las que empezaban a cerrarse.
Mis nervios se iban extendiendo por todos los rincones, desde los dedos de las manos hasta los pies, y la cabeza…como un horno a punto de explotar.
Mis amigos me pedían que ignorara la situación, que no merecía la pena y que me olvidara. Pero ¿cómo me iba a olvidar? Estaban faltando a mi persona en la mesa de al lado, y no podía permitirlo solo por el hecho de ser una mujer (que no debe enfrentarse a un hombre, que quizá le saque más de 15 años y más de 2 cabezas)
¿De verdad tengo que soportar que me miran cuando quieran y como quieran? ¿De verdad puede mirarme todo el mundo? ¿De verdad que la única solución es meterme en una vitrina?
Volvieron mis dos amigos de la barra y también los suyos… y justo cuando ya se acomodaron todos... empezó a burlarse y a contárselo al resto.
Mi rabia iba creciendo y a pesar de estar educada para evitar el conflicto, y a pesar de estar más que acostumbrada a girar la cabeza cuando algo nos disgusta para no darle importancia.. Ese día no: no había nada en el mundo que tuviera más importancia que yo. Mi amor propio y el respeto a mí misma.
- "¡Que no me mires!" - empezó a gritar intentando imitar mi voz.
Entonces no pude escuchar más.
-¡¡QUE TE ESTOY ESCUCHANDO GILIPOLLAS!! - Y el grito salió acompañado de alguna lágrima de rabia.
Y en ese momento mis orejas se cerraron.
Mis amigos luego me contaron que uno de ellos gritó que qué pasaba y el señor don miradas se levantó en plan machito (aunque al segundo se volvió a sentar) además uno de sus amigos nos pidió respeto.
¿Respeto?
Lo siento pero me gustaría que esto fuera bidireccional. Me gustaría que no tuvieseis el valor de pedir algo que desconocéis.
Quizá hubiera sido más educado retirar la mirada cuando yo digo que no quiero que me mires. Disculparte y mirar, esta vez sí, a la santa pared.
- No quiero que me mires
- Perdona no quería molestarte.
Y punto.
Y retirarte, y pedir perdón y saber que molestas.
Eso es respeto.
Porque a ver si os enteráis de una maldita vez... que a veces hacéis cosas que son molestas. Que ofenden. Y tu única opción debe ser DEJAR DE MOLESTAR. Dejar de hacerlo. Sean miradas, sean palabras, sea lo que sea… NO ME MIRES NO ME TOQUES
NO ME HABLES ES IGUAL A… NO ME MIRES NO ME TOQUES Y NO ME HABLES.
Yo decido quien puede mirarme de esa forma tan prolongada en el tiempo y por supuesto estoy decidiendo que TÚ NO ME MIRES.
Quisiera escribir sobre el enfrentamiento con un hombre machista (que él nunca espera y que tanto le molesta) Quisiera que más hombres y mujeres leyeran sobre esto. Que las personas entendiesen que porque una mujer utilice el espacio público no significa que ella lo sea.
Que no queremos tener que ser valientes, sino simplemente libres.
Porque sí, a veces enfrentarse a un hombre en ciertas situaciones requiere valor, pero es de risa que exista el miedo hacia un ser humano como si de un tigre se tratase… aunque esto se está acabando: vuestro miedo a la mujer sin miedo es mayor, porque ahí se cae vuestro pedestal, vuestros privilegios, vuestra falsa superioridad.
Quisiera escribir para que otras personas reflexionaran sobre sus formas de relacionarse, para desmontar situaciones violentas encubiertas y normalizadas.
Quisiera escribir para que otras personas reflexionaran sobre su supuesto respeto.
Quisiera respeto.
“todas las conductas de acoso sexual están enlazadas por el hecho de que representan una intrusión indeseada y no buscada, por parte de un hombre, en los sentimientos, pensamientos, conductas, espacio, tiempo, energías y cuerpo de una mujer”

Punkris Bruster