Blog en construcción. Cada día más y mejor!



Un blog para mujeres de carne y hueso, un espacio para pensar, un lugar para el encuentro con la verdadera historia.

"PORQUE TODO COMIENZA CUANDO DOS MUJERES SE JUNTAN Y EMPIEZAN A HABLAR"

Qué se quiere decir cuando se dice que la violencia de género es estructural...acá un vídeo muy interesante y explicativo

http://www.youtube.com/watch?v=0y9zJ5J2bWA&feature=player_embedded

Difundir, y hacer vuestras cada una de estas premisas.


Acá este precioso cartel que nos llegó  y que decidimos compartir con todos y todas vosotras. Difundir, y hacer vuestras cada una de estas premisas.

De procesos naturales a verdaderas enfermedades. El embarazo

El embarazo es una experiencia que le puede o no acontecer a la mujer en su vida,  ya que la maternidad es una opción más en la vida de una mujer, y no culmina la realización de la misma como nos han intentado hacer creer.



Se trata de la fecundación de un óvulo y el desarrollo del mismo. A las nueves meses de continuos controles médicos, llega el parto. En éste, lo que parece estar a la orden del día es el aumento de las cesarías (en este punto da igual ya si puedes acceder a la sanidad privada o no. Tanto la privada, como la pública tiene sus razones, la primera se llevará mayores ingresos, la segunda librará camas.), la epidural sin consentimiento de la futura madre. Bien dice Marsden Wagner, ex director del departamento de salud materno infantil de la Organización Mundial de la Salud;El 40% de las mujeres en España no paren a sus hijos puesto que éstos les son extraídos por medios quirúrjicos. Resulta ridículo pensar que el 40% de las mujeres de España son incapaces de parir.”



Gloría Lemay dice “Todas las mujeres nacemos "equipadas" con la habilidad de dar a luz, con reflejos innatos que posibilitan el desarrollo del embarazo y, el parto y nacimiento” habilidad que queda reducida a la nada, cuando se les trata a las mujeres como personas sin capacidad de decidir. Desde el momento que todo se plantea como una enfermedad, a esa persona se le está diciendo que no tiene todas sus capacidades con ella, y se burlan a mi modo de ver de la más importante, la capacidad de elección sobre ti misma.



Todo el sistema sanitario está orientado por estudios en varones y no en mujeres (de ahí que sea mayor número de mujeres que fallecen después de un alta médica, así como también ostentamos el record en más tardía hospitalización,…, todo ello, fruto del desconocimiento sobre nuestros verdaderos síntomas) Y en el caso del parto no ha sido distinto, aún tratándose de un tema que sólo nos ataja a nosotras. La mejor postura para parir es en cuclillas. Sin embargo, las mujeres que paren, lo hacen casi tumbadas, esta postura sí que le resulta más cómoda a la persona que atiende el parto, que normalmente suele ser un ginecólogo (no utilizaría jamás el masculino como genérico, al menos de forma consciente, por lo que cuando digo ginecólogo, me refiero a un hombre)



De un momento totalmente natural, y que debería ser algo precioso cuando la persona que pare lo desea, se convierte en un acto violento, medicalizado y deshumanizado.

Mujeres Haciendo Historia

Si los hombres tuvieran el periodo por Gloria Steinem

Del museo de la menstruación de Nueva York (de Harry Finley) encontramos este texto de Gloria Steinem, una feminista estadounidense de hacia los años setenta.
Una minoría blanca del mundo se ha pasado los siglos intentando hacernos creer que la piel blanca hace a la gente superior, a pesar de que lo único que hace en realidad es que la mayoría de quienes la tienen note más el efecto de los rayos ultravioletas y de las arrugas. Los seres humanos hombres han construido incluso culturas enteras en torno a la idea de que la envidia del pene le es "natural" a las mujeres, a pesar de que podría decirse que tener un órgano tan mal protegido hace vulnerables a los hombres, y que la envidia al vientre, por el hecho de que éste permite engendrar vida, tendría que ser, como poco, igualmente lógica.
Resumiendo, se piensa que las características de quienes tienen el poder, sean cuales fueren, son mejores que las características de quienes no tienen el poder; y esto no tiene nada que ver con la lógica.
¿Qué ocurriría, por ejemplo, si de pronto, por arte de magia, los hombres pudieran tener la menstruación y las mujeres no?
La respuesta está clara: la menstruación sería un acontecimiento de hombres totalmente envidiables y del que se podría presumir:
Los hombres hablarían del tiempo de duración y de la cantidad de su periodo.

Los muchachos celebrarían el inicio del periodo -ansiada prueba de su masculinidad- con rituales religiosos y fiestas sólo para hombres.
El Congreso subvencionaría el Instituto Nacional de la Dismenorrea para combatir las molestias del mes.
Compresas y tampones recibirían subvenciones federales por lo que serían gratuitas. (Lo que no implicaría, sin duda, que algunos hombres prefirieran pagar por marcas comerciales de prestigio, como los tampones John Wayne, las compresas a prueba de combas Muhammad Alí, los suspensorios menstruales Joe Namath, "Para tus días de soltero", y las compresas con alas de Robert "Baretta".)

Los militares, los políticos de derechas, y los fundamentalistas de la religión citarían la menstruación ("men", en inglés, significa "hombres", + "struación") como prueba de que sólo los hombres pueden servir en el ejército ("debes poder dar tu sangre para tomar la sangre de otros"), ostentar cargos políticos ("¿tienen las mujeres la capacidad de ser agresivas cuando no tienen este ciclo constante que viene regido por el planeta Marte?"), ser sacerdotes o ministros ("¿cómo podría una mujer dar su sangre por nuestros pecados?") o rabinos ("sin la pérdida mensual de lo impuro, las mujeres no están limpias").
Los hombres radicales, los políticos de izquierda, los místicos, por su lado, insistirían en que las mujeres son iguales sólo que diferentes, y en que cualquier mujer podría unirse a ellos siempre y cuando estuviera dispuesta a autoinfligirse una herida importante al mes ("DEBES dar tu sangre por la revolución"), a reconocer la importancia prioritaria de los temas menstruales, o a subordinar su yo a todos los hombres en su Círculo de Ilustración. El hombre de a pie presumiría siempre ("Yo tengo que ponerme TRES compresas") o al contestar un elogio de un compañero ("Qué bien te veo, chico") chocaría las cinco y diría: "Claro, tío, ¡estoy con el trapito!". Los programas de la televisión tratarían el tema continuamente. ("Happy Days": Richie y Potsie intentan convencer a Fonzie de que sigue siendo "El Fonz" aunque lleve dos meses seguidos sin el periodo.) También los periódicos. (MIEDO A TIBURONES AMENAZA A HOMBRES CON PERIODO. JUEZ ADMITE ESTRÉS MENSUAL COMO ATENUANTE EN VIOLACIÓN.) Y el cine. (Newman y Redford en ¡"Hermanos de sangre"!)
Los hombres convencerían a las mujeres de que hacer el amor es más placentero "justamente en estos díitas". Se diría: las lesbianas temen la sangre y por tanto la vida misma, aunque eso será porque nunca se han topado con un verdadero hombre menstruante.
Los intelectuales, sin duda, ofrecerían los argumentos más morales y lógicos. ¿Cómo va una mujer a dominar las disciplinas que requieren un sentido del tiempo, del espacio, de las matemáticas o la medida, por ejemplo, si no dispone de ese don innato para la medición de los ciclos de la luna y los planetas, y por ende, para la medición de cualquier cosa?
En los enrarecidos campos de la filosofía y la religión, ¿podrían las mujeres hacer algo para compensar el no poder percibir el ritmo del universo, o su falta de contacto mensual con la muerte y la resurección simbólicas?
Los liberales de todos los campos intentarían ser amables: el hecho de que "estas personas" no tengan el don de la medición de la vida, o de la conexión con el universo -explicarían- es suficiente en sí mismo como castigo.
¿Y cómo se entrenaría a reaccionar a las mujeres? Las mujeres tradicionales -se puede imaginar- estarían todas de acuerdo con todos los argumentos, aceptándolos con tenaz y sonriente masoquismo. ("La ERA [Ley de Igualdad de Derechos, 1923, que no fue implantada al final] obligará a las amas de casa a hacerse una herida cada mes": Phyllis Schlafly [una especie de Nancy Reagan]. "La sangre de tu marido es tan sagrada como la de Jesús; ¡y además, muy sexy!": Marabel Morgan.) Las reformistas y las Queen Bees intentarían imitar a los hombres, pretendiendo tener el ciclo mensual. Todas las feministas explicarían una y otra vez que los hombres también necesitan ser liberados de la falsa idea de la agresividad marciana, al igual que las mujeres necesitan escapar al esclavismo de la envidia a la menstruación. Las feministas radicales añadirían que la opresión de lo no-menstrual es el patrón por el que se rigen todos los tipos de opresión ("La población vampira fue la primera que luchó por la libertad!") Las feministas culturales desarrollarían una imaginería sin sangre para el arte y la literatura. Las feministas socialistas insistirían en que es el capitalismo el que permite que los hombres monopolicen la sangre menstrual...
De hecho, si los hombres tuvieran el periodo, las justificaciones del poder podrían ser interminables...
Bueno, pero eso sólo si les dejáramos.